Cuando me ofrecieron ir al bosque
Walyu en busca de una aldea de hadas, no sabía si reírme ante la
ridiculez del asunto. Nunca creí en las leyendas que se contaban, pero una vez
allí… comencé a creer incondicionalmente.
Pasé de ser humano a convertirme
en el esclavo inmortal del hada encargada de la búsqueda de la flor lunar:
Yue. Así que ahora era un ser extraño salido de un cuento y retenido en
contra de mi voluntad, intentando por todos los medios posibles escapar. Aunque,
en mi plan de fuga, no contaba con el enorme aprecio que llegué a desarrollar
por mi captora, pero, ¿llegaría a quererla más que a mi libertad?
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