
Pero no esperaba encontrarme a dos compañeras convencidas de que el amor es para locas, débiles o cobardes… ni a un vecino médico que conseguía que mis braguitas se revolucionaran solo con verlo… ni hacerme amiga de Maria, un ejemplo de superación…, ni a su primo, que resultó ser mi actor favorito y que estaba más bueno que comer con los dedos.
Ni descubrir que dejar los problemas en España no significaba superarlos. O que la autoestima no se reinventaba. O que no tenía ni idea de cómo funcionaban los rollos de una noche.
¿Queréis que nos tomemos una copa y os lo cuento con más calma? Id llamando al camarero y pedid una botella de vino: invito yo. Ah, por cierto: me llamo Victoria Adams. No es broma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario