11- Luna de verano
Erin Foley había conseguido dar una vida estable y feliz a sus hermanos pequeños y, a sus treinta y cinco años, estaba padeciendo el síndrome del nido vacío. Así pues, hizo un paréntesis en su vida y se marchó a reflexionar a una cabaña remota (pero totalmente reformada: a Erin le gustaban las comodidades), cerca de Virgin River. Quería dedicar el verano a conocerse a sí misma... y se encontró con un montañés barbudo y desarrapado.
Aunque no lo parecía por su aspecto descuidado, Aiden Riordan era médico. Acababa de abandonar el Ejército y había ido a pasar el verano a Virgin River. Enseguida le interesó aquella urbanita guapa y algo quisquillosa que había huido de la gran ciudad y que, enfrascada en sus meditaciones, procuraba mantenerlo a raya. Estaba deseando conocerla mejor si su aspecto desaliñado y la loca de su exmujer no se lo impedían. Quizá fuera el agua de las montañas lo que hacía que en Virgin River hasta los romances más improbables parecieran echar raíces... con un poco de ayuda de sus vecinos, claro.
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