lunes, 9 de diciembre de 2013

Elizabeth Bowman

Inocencia y perfidia
Una mujer inocente más un hombre pérfido, más otro hombre pérfido. Está claro que solo uno de los dos puede ser redimido del halo de maledicencia que lo precede; está claro que la mujer solo elegirá a uno de los dos. Entonces, el tercero se cae de la ecuación. Antes, sin embargo, hará todo lo posible por quedarse. Caroline Barton ha vivido una vida sencilla en la campiña inglesa, en un pueblo que parece que no se enteró de que están a principios del tumultuoso siglo XIX. Ella no conoce el mundo y el único indicio que tiene de un vínculo amoroso es el de su hermana Rachel que se ha casado por amor. Caroline desconoce, entonces, lo infrecuente de ese tipo de uniones. Cuando Rachel está por dar a luz, la hermana menor se traslada para acompañarla: sale así por primera vez del caparazón idílico en el que vivía. En casa de su hermana, conocerá al pérfido señor Diggory que la persigue con unas intenciones que ella rechaza. La inexperiencia hará que Caroline elija al señor Knoxville, en cambio, un hombre cuya fama solo es digna de ser mencionada en tabloides amarillistas y al que ella cree poder salvar a través del afecto. Diggory, pérfido al fin, intentará por todos los medios separarlos. Y lo logrará, aunque más no sea solo por un breve tiempo. La inocencia, el incontrolable deseo, como así también la férrea voluntad de Caroline la ayudarán a despejar las incógnitas de la ecuación y resolver, de una vez, el enigma.
Escrita con un estilo impecable y elegante, con la certera potencia de un flecha que da en el blanco, Inocencia y perfidia pone sobre el tapete a las complicadas relaciones entre hombres y mujeres.

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