Solo un fin de semana
Haciéndose pasar por marido, Tate era muy profesional. No tenía que esforzarse mucho para mantener la farsa durante unos días, y mucho menos por una amiga como Kim Banks. ¿Cómo iba a decirle que no a esa chica tan guapa de ojos color miel?
Pero lo que empezó como una alocada aventura finalmente le hizo adentrarse en un territorio desconocido. De repente, ese matrimonio de mentira destinado a guardar las apariencias comenzó a parecer muy real y agradable… para los dos. ¿Se convertiría el soltero de oro en un hombre de familia después de todo?
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