lunes, 10 de febrero de 2014

Ana Mª Fernández

El caballero de negro
A través de la ventanilla del carruaje, Prudence observaba la preciosa casa que su tío Edmund había adquirido hacía unos años en Virginia.
-¡Oh! Lotty, es preciosa, tan blanca y con esas columnas en la fachada, es tan diferente a las casas inglesas, me parece encantadora -dijo al a mujer que la había acompañado en su viaje desde Inglaterra.
-Su tío siempre ha sido un hombre con muy buen gusto.
-Sí. Tengo unas ganas terribles de verlo, lo he echado de menos todo este tiempo.
Hacía años que no se veían y hacía unos meses su tío le había escrito, invitándola a pasar el verano con él.
Había sido una noticia que Prudence recibió con entusiasmo, su tío Edmund, hermano de su padre, era su preferido. Siempre había viajado mucho y de cada viaje le traía exóticos regalos y le contaba increíbles historias.
 

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